Hay muchas razones para elegir la Historia del Arte como profesión. Son tantas, y en un orden de prioridad tan variable, que no vamos a tratar de desgranarlas aquí, porque no acabaríamos nunca. Sin embargo, en Winckelmann & Asociados estamos convencidos de que, independientemente de la forma que adopten los múltiples perfiles profesionales y labores que podemos ejercer, todos ellos se basan en un objetivo común: entender nuestro trabajo como un servicio a la sociedad. Porque, como nunca nos cansaremos de repetir, y se ponga el mundo como se ponga, somos necesarios. Por ello, creemos que tenemos no sólo el derecho, sino el deber, de hacer de la responsabilidad personal y colectiva un motor de impulso para el desarrollo de nuestro oficio, que tanto lo necesita. Puede parecer que no sucede ninguna tragedia si no realizo bien mi investigación y dato erróneamente una pieza en el museo en el que trabajo. No se hunde el mundo si, como profesor de instituto me limito a dar una lista de estilos, autores y obras a mis alumnos. Nadie va a venir a reclamarme aquella visita guiada en la que di por cierto datos no contrastados. Y así una infinidad de casos particulares... Ciertamente, no se colapsa la bolsa, pero el todo está hecho de muchas partes, y cada uno sólo puede hacer algo en la suya, sea la que sea. Por ello, es fundamental no perder de vista ese fin último de servicio, y mantener en forma la ilusión que nos llevó en su momento a emprender nuestro camino. Sabemos que es fácil decir esto, y que luego la vida se encarga de poner obstáculos, algunos de ellos con una imaginación casi novelesca. Y, precisamente por eso, no nos podemos dejar ganar en creatividad a la hora de alimentar nuestra carrera profesional. Por muchas veces que se haya dicho, no deja de ser cierto que, ante las crisis, sólo se sale adelante con soluciones innovadoras y explorando vías que antes no se habían transitado. Todos hemos visto muchos ejemplos de ello en proyectos y profesionales que se han "reinventado" durante esta época de emergencia sanitaria, haciendo que la Historia del Arte fuera un consuelo y un refugio en tiempos difíciles. Cada caso y cada perfil profesional tendrá sus particularidades (que estamos abiertos a escuchar y debatir, aportando ideas entre todos), pero, en general, se trata de buscar nuevas formas de hacer de la Historia del Arte un verdadero servicio a la comunidad, como apoyo y reflejo de los valores cívicos, sociales y espirituales. Tenemos en nuestras manos una de las disciplinas que más claramente materializan la extraordinaria riqueza de la naturaleza humana. Aprovechemos ese potencial para dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos. Todo esto suena muy bonito. Pero claro, hay que ponerlo por obra. Corresponde a cada uno, según sus circunstancias y posibilidades, ver cómo puede mejorar como profesional, y con ello, no sólo realizar un buen servicio, sino contribuir al crecimiento de la apreciación social de nuestra labor como historiadores del arte. Nosotros pensamos que la formación continua y actualizada es esencial en este sentido. Afortunadamente, la tecnología permite modalidades de aprendizaje y acceso a la información que vencen casi cualquier obstáculo. No sin cierto sacrificio, naturalmente, pero sí con relativa facilidad. Por nuestra parte, en Winckelmann & Asociados publicamos recursos, convocatorias y ofertas, tanto en la página principal de la web, como en nuestro perfil de redes sociales, y estamos deseando compartir cualquier sugerencia al respecto. Además, cada vez son más las asociaciones y colegios profesionales que ofrecen servicios de formación especializados, permitiendo así la especialización que facilita no sólo la inserción laboral, sino el mejor desempeño de una función específica. En definitiva, la idea que queremos transmitir es que los problemas no deberían hacer que nos diéramos por vencidos, porque, seamos conscientes de ello o no, los profesionales de la Historia del Arte tenemos la oportunidad y la responsabilidad de ser agentes del cambio. Y, por otra parte, nuestra disciplina abarca tantos aspectos, y es tan dinámica en sus modos de estudiar e interpretar, que no podemos dejar nunca de aprender; no podemos permitirnos el lujo de estancarnos. Y es que, como Miguel Ángel o Goya, hacer del "Aún aprendo" un lema de vida es síntoma de verdadera sabiduría, y poner ese conocimiento al servicio de los demás es consecuencia de verdadera grandeza de espíritu.
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