Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los famosos ODS, están en todas partes. A veces, incluso, hasta en lugares en los que se nota que han sido "encajados" sin venir a cuento, porque dan una buena imagen. Y todo eso está muy bien, pero poner el circulito con los colores en la solapa de la americana no sirve para nada si en verdad no lleva a mejorar las cosas. Por eso queríamos fijarnos en el ODS número 8, "Trabajo decente y crecimiento económico", y analizar brevemente cómo está influyendo este planteamiento en la situación general de los profesionales de la Historia del Arte. Entre los fines que se plantean relacionados con este aspecto, figuran el empleo pleno, acabar con el desempleo juvenil, la mejora de las condiciones laborales, o el fomento de las pequeñas y medianas empresas. Y, si tenemos en cuenta los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, con información de 2019, estos objetivos deberían dirigirse de forma particular a los titulados en Humanidades en general, y entre ellos a los de Historia del Arte. Y es que la tasa de empleo en nuestra disciplina es del 65,0%, una cifra bastante baja si la comparamos con el 83,6% de los graduados en Ciencias Sociales y Jurídicas, o el 92,4% de las Ingenierías o la Arquitectura. Es decir, que somos (o deberíamos ser) uno de los sectores prioritarios, en cuanto a la oferta de oportunidades laborales por sector profesional. Máxime cuando uno de los objetivos es la implantación de un turismo sostenible, vinculado a la gestión adecuada de los recursos culturales. Sabemos que no somos los únicos que se encuentran ante una perspectiva poco alentadora, ni muchísimo menos. Son muchos los jóvenes profesionales con una completa formación y un poderoso talento que subsisten a base de trabajos precarios. Sin embargo, en el caso de las Humanidades se suma, por un lado, la escasa valoración social de nuestra disciplina como algo serio, y por otra, un discurso un tanto hipócrita por parte de los máximos responsables de la administración y la empresa, que presumen de valorar la cultura en voz alta, pero que, a la hora de ayudar al sector profesional que la hace posible, dan prioridad a otro tipo de intereses. Por ello, desde Winckelmann & Asociados nos gustaría animar a todas las personas que trabajan en vasto proyecto de impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible a mirar también a las personas que conservan, investigan y difunden el patrimonio cultural, que no sólo es un gran valor cultural, sino también una gran oportunidad de recuperación social, económica y espiritual. En pocas palabras: los profesionales de la Historia del Arte, y de las Humanidades en general, también merecen un empleo decente, y con ello crecerá no sólo nuestra capacidad económica, sino también nuestra humanidad, valga la redundancia.
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